Un partido para sentirnos candidatos

Un partido para sentirnos candidatos

Buen partido, buena victoria, buen rival para los cuartos. Todo le sonríe de nuevo a España, que necesitaba un partido así para enterrar por fin todos los fantasmas que creó la derrota ante Suiza. Villa, que empezó el Mundial a medio gas, está ya como una moto. Es Villa otra vez y lleva cuatro goles, tantos como Higuaín y Vittek (éste ya fuera de concurso) con los que comparte pichichi. Torres mejora más lentamente, pero viendo la soltura y el acierto con que compareció Llorente eso deja de ser una preocupación. Quizá este no vaya a ser el Mundial de Torres, pero será el Mundial de Villa y puede que también de Llorente.

Porque España alcanzó de verdad la perfección cuando entró el joven león. Hasta entonces había jugado bien, sobre todo al principio, los primeros veinte minutos, cuando Portugal reculaba asustada. Luego, por puro amor propio, el rival se movió, salió, por Coentrao sobre todo, pero no dio miedo. Cristiano se perdió en su lucha contra los marcajes, contra un equipo superior y contra su propio ego, que le atormenta en estas instancias superiores. Así que España siempre navegó segura, dueña del campo y del balón, paciente, con seguridad en cada zona del campo. Haciendo cada cual lo que tenía que hacer.

El agotamiento de Torres era el único punto débil. Llorente lo remedió. Esa tarea oscura que se le pedía a Torres de fijar a los centrales para darle espacio a Villa, la bordó. De repente, todas las luces se encendieron para España. Llegó el gol, el tiqui-taca, el juego soñado. Todo quedó en ese único gol, pero el partido dio para varios más. Y sobre todo dio para que el mundo del fútbol, que nos contemplaba, viera por fin a la España seria y sólida que se esperaba antes del campeonato, pero que no terminaba de aparecer. Aún hay algo que mejorar: el equipo es poco resolutivo para el buen fútbol que hace. Pero con Llorente ahí eso mejorará.