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Lillo y el honor del Almería

La plantilla del Almería estaba dolida. Se ha pasado toda la semana oyendo rumores sobre el partido ante el Sevilla, sobre un supuesto hermanamiento andaluz para que los hispalenses lograsen un triunfo de Champions, como si tuviesen que dejarse ganar porque su objetivo estaba cubierto. Pero como anticipó Lillo, la realidad fue bien distinta. El Almería no sólo plantó cara, sino que expuso más sobre el césped desde el pitido inicial. Jugó de poder a poder y sin tener en el campo a Alves, Uche, Bernardello y Cisma. Cuatro titulares...

Y está muy bien defender tu honor, es algo que te enaltece. Sin embargo, ver al Almería correr de esa manera ante el Sevilla ayer y ante el Tenerife hace una semana da que pensar. Pero la temporada ya ha terminado para los rojiblancos. Jugarán por cuarto año consecutivo en Primera. Histórico, insólito, irrepetible. El Mediterráneo fue una fiesta, con invasión final para celebrar con exaltación el logro. La liturgia habitual. El ambiente en las gradas era mucho más relajado que en el campo, donde se vio un partido de contacto, intenso, con el Sevilla desesperado por momentos. La prueba es Negredo, recibido y despedido como un héroe por los almerienses. Villano en Sevilla por su roja.