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Algo más que un mal partido

El decepcionante espectáculo ofrecido por el Sporting ante el Tenerife fue calificado por Emilio de Dios como un mal partido, sin darle más importancia, y Manolo Preciado mostró su cabreo personal, como puede ser el de cualquier sportinguista. Aunque se quieran reducir los males del equipo rojiblanco en una actuación de 90 minutos, el problema es más amplio. Las segundas vueltas del técnico cántabro suelen tener un rendimiento inferior a las primeras. Esta temporada, la fortuna es que hay tres equipos descolgados, que hasta ahora dieron un respiro para no tener que estar pendiente de las cuentas para pensar en la permanencia, aunque tras la derrota frente a los chicharreros parece que el panorama cambió, hasta el punto de que en el vestuario hay cierto temor.

El partido del martes y 13 fue una continuación de los anteriores, en los que un equipo con una tensión reducida, una intensidad casi inexistente, desdibujado y fácil de sorprender lleva camino de meterse en problemas, por deméritos propios. Cierto es que el margen de ventaja sobre el descenso que los rojiblancos aún conservan se hubiera firmado en agosto, pero este argumento no puede ser una venda para analizar la dinámica negativa en la que se metieron los discípulos de Preciado. Un dato que no pasa inadvertido es que el Betis, en esta misma jornada de la pasada Liga sumaba los mismos puntos que tiene ahora el Sporting. Seis partidos después cayó al infierno de Segunda. La mareona está visiblemente enfadada. El motivo es algo más que un partido.