El Madrid y las siete jornadas que quedan

El Madrid y las siete jornadas que quedan

La obsesión en el Madrid es ahora terminar la temporada decentemente, distanciarse de lo que ocurrió el año pasado. Y bien puede, porque la situación es distinta: no ha sido un 2-6, sino un 0-2, no queda a siete puntos, sino a tres y medio, no restan cuatro jornadas, sino siete. No es fácil, pero tampoco inverosímil, que el Barça se deje dos empates. El Madrid está obligado a intentarlo, porque si ha sido capaz de ganar doce partidos seguidos, ¿no puede ganar ahora otros siete? Y, en todo caso, necesita pensar por serenidad. Echar al entrenador de golpe y reanudar la acumulación de galácticos no es cosa que garantice nada.

El Madrid tiene dos problemas: el Barça y él mismo. El del Barça es inabordable, ahí no puede hacer nada. Durará lo que dure. El que sí debe tratar y analizar es el suyo propio, su desconcierto, que existe. El Madrid ha vivido de su convicción supremacista desde hace más de cincuenta años, y por primera vez veo tambalearse seriamente eso. Por primera vez veo en el ambiente madridista cierta convicción de que ha pasado algo que puede ser muy duradero. El Barça tiene la mano, porque tiene club, tiene cantera, tiene una idea. Y tiene gente muy buena al servicio de esa idea, desde Guardiola a Xavi o Messi.

El primer trabajo del Madrid es reconstruirse y redefinirse, dejar de dudar de sí mismo, escoger una idea, una línea, un entrenador al servicio de ella y respetarle seriamente. El que sea, desde luego, tendrá que tener un poder de liderazgo colosal. Y, en paralelo, convendría también tener la humildad de reconocer que al echar a Del Bosque y a su gente se arrancó una raíz y que eso habrá que repararlo alguna vez. El Barça es club, el Madrid no tanto. Hace años el Barça fichaba lo mejor (Maradona, Schuster, Cruyff...) pero el Madrid solía imponerse desde sus convicciones. Esas convicciones las tiene que recuperar.