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Manolo Jiménez, esa gran tapadera

Un ladrillazo en la cabeza. Como si fuera un equipo pequeño, el Sevilla anunció en caliente la destitución de Manolo Jiménez con nocturnidad y alevosía. Por la mañana, el enorme dolor se entremezclaba con un sentimiento de liberación. Así se lo comentó a sus íntimos. Once años con un trayecto fijo: de su casa al entrenamiento y del entrenamiento a su casa.

Una decisión tomada. A José María del Nido le pudo la presión. Monchi fue el máximo valedor del técnico hasta el final. No le valió de nada al director deportivo modelo. El presidente del Sevilla ya había tomado la decisión tras la eliminación contra el CSKA de Moscú. El Espanyol y el gol de Gioda fueron la puntilla para el entrenador.

Bajo rendimiento. Los jugadores del Sevilla han vivido cómodos porque Jiménez se las llevaba todas. No ha habido crítica porque había un blanco fácil. Sorprende el pobre rendimiento de los tres tenores: Luis Fabiano, Kanouté y Negredo y el bajón de Renato en los últimos meses. Sólo Palop, Navas, Perotti y Zokora no se escondieron.

Sin 'su' final de Copa. De nada sirvió ser el corazón sevillista que afrontó la muerte de Puerta, tras la espantada de Juande. Metió al Sevilla en Champions y ha sido el único técnico capaz de mojarle la oreja al mejor Barça de la historia. No le faltan ofertas del extranjero, donde entrenará el año que viene.