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El futuro: colegios y despachos

Después de conversar en varias ocasiones con Alfredo Relaño sobre el tema y recorrer lugares comunes (la voracidad del fútbol, la inexistencia de campos blandos, el físico español...), creo que la razón de que el rugby no haya tenido éxito en España es sociológica. Aquí el rugby es un deporte universitario. Por tanto, la edad de iniciación roza los 18 años. Una tardanza que hipoteca las opciones de competir con países donde el rugby está arraigado en los colegios como Francia o los países de Gran Bretaña. Y al no haber éxitos, la gente no se engancha. Además no tenemos Gasoles, Alonsos o Nadales porque este es el deporte de equipo por excelencia. Nuestro rugby ha superado el histórico complejo físico (lo del típico españolito medio de 1,70 y 75 kilos). Y la aparición de campos de hierba artificial ha paliado la falta de campos naturales blandos (hipótesis desmitificada por Galicia, donde no hay equipos en la élite).

Pero hay un problema determinante: en España el rugby es amateur. La Federación que preside Alfonso Mandado desde 2001 ha dado la espalda a la profesionalización. Nunca presentó un plan de profesionalización y eso lo paga nuestro rugby, al que la IRB (la FIFA del rugby), ha dejado fuera de sus planes de desarrollo de nivel 2. España viaja en el vagón de tercera. Un ejemplo: la federación portuguesa tiene 13 patrocinadores; España, dos. El futuro pasa por llevar el oval a los colegios y por la profesionalización. Empezando por la de su presidente