Sobre los casos de Nivaldo y Gerrard

Sobre los casos de Nivaldo y Gerrard

Dos casos parecidos se han producido este fin de semana en el campeonato inglés y en el español. En Anfield, en un buen partido del Liverpool, con el público cantando: "¡Rafa, Rafa... Rafael Benítez!", Gerrard le pegó un codazo a un rival, Brown. Éste se quedó en el suelo y se levantó, tras ser atendido, con dolor en el cuello. El árbitro no pitó nada, aunque estaba en línea de vista, pero la cadena ESPN repitió profusamente la imagen. La Federación inglesa entró de oficio, sin petición de parte, abrió expediente ayer por si hubiera lugar a sanción. El árbitro declaró que lo vio y a su juicio no le pareció de tarjeta, y el caso quedó sobreseído.

En España se discute sobre el pisotón de Nivaldo a Cristiano. También agresión no vista o no señalada por el árbitro, pero también cazada por la tele. Nivaldo, en su descargo, viene a decir que él no quiso pero que a mucha honra, porque Cristiano es un provocador. En España no hay posible sanción porque el Madrid no denunció y el Comité no actúa de oficio. Nos enfrentamos a dos métodos distintos en casos similares, aunque en este caso con el mismo resultado: ninguno de los jugadores fue sancionado. Y yo lo prefiero así: hay que dar por bueno lo que el árbitro castiga en el instante en que se produce la acción.

Rearbitrar pone en solfa la autoridad del árbitro, la esencia del fútbol. Además, la realización de los partidos corresponde a un operador privado sin garantías ni quizá vocación de imparcialidad. Una jugada que no se repite, no existe. Una jugada grabada y repetida veinte veces provoca alarma social. Para rearbitrar por vídeo la realización debería estar a cargo de la propia competición, ateniéndose a unas pautas. Estamos muy lejos de eso, aunque la Premier ya se plantea tener su propio canal. Quizá entonces se pueda considerar el asunto, pero aún así, ¿qué haríamos con los goles mal anulados o mal concedidos?