Atlético-Sevilla, una final muy bonita

Atlético-Sevilla, bonita final. Son dos de los que en tiempos no lejanos se llamaban equipos de campanillas. Los dos pasan después de unas semifinales con emoción, en las que los caídos lo han hecho con honor. El Racing se fue de Madrid amargado por dos errores arbitrales, y anoche se dio al menos la satisfacción de ganar el partido, de decir la última palabra. En cuanto al Getafe, jugó la mar de bien, en Sevilla y en Getafe. No llegó a la final, pero ratificó ese papel de paladín de los modestos que desempeña desde hace ya algún tiempo. Se está convirtiendo en algo así como un clásico moderno, un equipo a tener en cuenta.

Pero los que han llegado a la final son los otros. El Sevilla, empeñado en convertirse en el tercer grande de España. Pisa fuerte en finales, españolas o europeas, mantiene a lo largo de este periodo de su historia un buen hacer que todos pueden envidiar. El equipo se renueva, pero parece el mismo, porque juega, con sus altibajos, cómo no, con el mismo estilo, rápido, fuerte y al tiempo bello. Vende, ingresa, compra, vuelve a vender, vuelve a ingresar, obra el milagro de que le salgan las cuentas y al mismo tiempo mantiene ese fuego competitivo y ese estilo que le permiten ser el tercer grande de España.

Y el Atlético, que vuelve a una final. La última coincidió con aquel infausto descenso a Segunda y desde entonces todo en el club ha sido un lento peregrinar hacia las alturas en las que siempre vivió. Poco a poco mejoró, llegó a UEFA, llegó a Champions, pero le falta la perla de un título. Catorce años hace que no gana ninguno. Ahora está a un solo partido de conseguirlo, pero será de aúpa: una final, ante el Sevilla, previsiblemente en el Bernabéu. Algunas cosas van encajando: Tiago, Domínguez, Reyes... Signos de mejora en un equipo que necesita un título como el comer. Pero enfrente estará el Sevilla...