El aficionado saca la bandera blanca

El aficionado saca la bandera blanca

Una vez ratificado que habrá fútbol el lunes y el viernes, se ha desatado cierta reacción. ¡Tanto fútbol! He escuchado eso en radios y televisiones durante todo el día, lo mismo en boca de tertulianos de esos que saben de todo (y lo digo sin ironía, me da envidia) que en boca de gente del fútbol. De jugadores, incluso. Y hasta de aficionados. El fútbol el lunes es particularmente desconcertante, porque el lunes venía siendo la zanja que separaba el fútbol nacional, la Liga, del fútbol europeo. Ahora esa zanja se rellena, y también la del lunes, y ya toda la semana es fútbol. A algunos les parece demasiado. Fútbol cada día.

Bueno, veámoslo con una cierta distancia. Hay fútbol cada noche en la tele, pero no es obligatorio. Ya no hay un canal, ni dos, ni tres, ni seis, ni diez, sino docenas. Hay muchas formas de escaparse del fútbol, House, el canal que enseña inglés, documentales sobre guanacos en la Patagonia o cualquier otra cosa, las intimidades afectadas de Gran Hermano, telediarios, españoles, madrileños o lo que sea por el mundo, El Hormiguero (mi favorito)... Incluso hay otros deportes. A cualquier hora se puede ver golf, o gente esquiando, o de madrugada la NBA, o repeticiones de balonmano o lo que sea.

De modo que no es para tanto. Hay fútbol cada día en la tele, pero también hay cada día docenas de canales para evitarlo. Eso respecto a los que no les gusta el fútbol. De modo que puede ser que las víctimas seamos aquellos a quienes sí nos gusta, o al menos así se deduce de las primeras encuestas. Más de cuatro de cada cinco aficionados rechazan el partido del lunes. Son los que piensan, como Shankly, que el fútbol no es cosa de vida o muerte, sino algo mucho más serio. Y siendo, así, ¿cómo ignorarlo? Nos dejan sin un solo día de descanso. No hay ninguna fe en la tierra que exija tanto a sus prosélitos.