El fútbol es como el Imperio de Felipe II

El fútbol es como el Imperio de Felipe II

Desde febrero habrá fútbol los lunes, de Primera, y los viernes, de Segunda. Ya lo había el sábado y el domingo, de Liga, más el martes, miércoles y jueves, por competiciones europeas o por Copa. Alguien dijo que Dios se tomó seis días en hacer el mundo, y que el séptimo lo reservó para el fútbol. Pero he ahí que al fútbol le pareció poco y ha ido extendiendo su fuerza titánica por toda la semana hasta convertirse en algo así como el imperio de Felipe II, en el que nunca se ponía el sol. A medida que el planeta se llena de pantallas y canales de televisión, cada vez hace más y más falta fútbol para rellenarlos de contenido.

Tengo que reconocer que me impresiona. He visto a varios deportes (baloncesto y balonmano son ejemplos muy a la mano) extraviarse en ese desvarío inflacionista de partidos cada día de la semana, que desfigura calendarios y jornadas, despistando al aficionado medio. Conocí el fútbol desde una severidad dominical, casi eclesiástica, adobada de algunas fiestas de guardar que eran los excepcionales partidos de la Selección o de la Copa de Europa. Un calendario sencillo y venerado, que dejaba espacio para el resto de nuestras preocupaciones vitales: familia, cine, lecturas... Eso se ha ido convirtiendo en un torbellino. No nos llegaba con el domingo y un miércoles de cuando en cuando, y se saltó al sábado.

Tampoco llegaba, se ampliaron las competiciones europeas, y el miércoles se tripitió en martes, miércoles y jueves. Y aún es poco, así que regresamos al lunes, que exploramos en su día, y vamos también a por el viernes, que en su día tanteó la Segunda B. Todo el 'prime time' para el fútbol, y el que venga detrás, sea restaurador, cine, quiniela o cualquier otro deporte, que arree. ¿Podrá el fútbol con tanto? Parece insensato pensar que sí, pero al cabo de los años ya me parece que lo único insensato es dudar del poder del fútbol.