Sandro Rosell, Agustí Bendito y los Jaumes, Ferrer y Guixà, anunciaron hace unas semanas sus intenciones a relevar a Joan Laporta como presidente del Barça (Alfons Godall y Llauradó, aún se lo piensan). Así, en los próximos días será el ex vicepresidente económico, Ferran Soriano, el que lo haga. Está el ejecutivo decidido a probar suerte, sabedor de que hay otros proyectos ya listos y trabajados para entrar con fuerza.

Muchos pensarán que es una decisión meditada y posiblemente luego se encarguen de venderla como una acción atrevida. Pero todo es más bien diferente. Según los entendidos, su gestión al frente de Spanair no fue la deseada, pese a los cien millones de euros entregados por las instituciones públicas catalanas, que confiaron en su currículum y ahora atenderán a una huida en toda regla.

Orgulloso y alegando su "pasión por el Barça", Soriano bajará de su particular avión para intentar subir en el transatlántico Barcelona, una nave tan grande como apetecible, tan excepcional como diferente a la que trató de arreglar en los últimos meses (se manejan datos que dicen que es la compañía aérea que más viajeros perdió en 2009). Alguna responsabilidad tendrá él, seguro, pero eso ahora parece ya no importar, cómo no. Entrará también en las posibles quinielas de pactos con otros candidatos, algo que más de uno descartará cuando se lo plantee. Pero no duda: se presentará cuando abandone Spanair.