No quiere repetir sus errores
Suárez parece tenerlo claro. Transmite un mensaje de apoyo a Mendilibar, pero ese apoyo no es incondicional. Está sujeto a una inminente reacción del equipo en forma de resultados. Es un apoyo siempre matizado. El presidente no esconde su disgusto por la falta de explotación de los recursos que ofrece la plantilla, por los 17 puntos sumados y por lo mal que juega el equipo. Deja claro que los resultados van a mandar, más pronto que tarde. Es consciente de que, salvo cambio drástico de la situación, está abocado a tomar la decisión de cambiar al entrenador y no quiere dilatar la situación por mucho tiempo. Se arrepiente sobremanera de lo que pasó el año en el que espero para despedir a Vázquez a falta de cuatro jornadas. No quedaba tiempo para nada y cuando puso a Santos en el banquillo, éste acabó por hacer sólo el papel de enterrador.
La negativa de Mendilibar a renovar ha sido interpretada desde el club como una señal de que el técnico tiene serias dudas de que el proyecto pueda salir adelante. Los malos resultados posteriores, sus declaraciones y la evidencia de que parte importante de la plantilla no se encuentra especialmente motivada a la hora de profesar la religión deportiva del de Zaldibar dejan la cosa bastante fea. Suárez quiere que Mendilibar consiga la reacción y sufriría si lo tiene que echar, pero no tendrá dudas en hacerlo si ante Barcelona y Almería se sigue fallando. Para Suárez, todo menos asistir pasivo a la sangría.