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Espíritu de aventura ¿mi general?

Es un general atípico, con él comparto varias pasiones: la montaña, las regiones polares, el espíritu de aventura, el placer de la lectura y la vehemencia de una buena discusión, la figura de Alejandro Magno y las canciones de Sabina. Por eso quise estar con él hace unos días cuando el Gobierno le ascendió a general y le ha puesto al frente de la Academia Militar de Zaragoza para dirigir la enseñanza de los futuros oficiales. Estoy seguro que, como siempre, Francisco Gan, mi amigo Curro Gan, no defraudará la confianza y la enorme responsabilidad que se ha puesto en sus manos. Mientras asistía al acto, no pude por menos que reflexionar sobre lo que ha cambiado, para bien, nuestro país en los últimos 30 años.

Y recordé el día en que conocí en el Himalaya al por entonces capitán Gan, alguien que lo mismo te daba una lección sobre misiles que te recitaba el último poema de Sabina. Comenzaba una amistad que nos hizo recorrer un largo camino lleno de expediciones, avatares, alguna honda tristeza y muchas alegrías. Entre ellas la de estar juntos en el Polo Norte, cuando nueve años más tarde, se convirtió en el único español, y la quinta persona de toda la historia, en conquistar los tres polos de la Tierra: el Polo Norte, el Polo Sur y el Everest. Es probable que muchos de sus compañeros de armas sepan que Gan ha estado realizando misiones en Bosnia, Afganistán o Kosovo o que cuenta con uno de los mejores historiales profesionales (diplomado de Estado Mayor, de Unidades Acorazadas, profesor de esquí y montaña, entre otros), pero no tantos saben que mi amigo es uno de los grandes aventureros del siglo XX. Una mente privilegiada y una tenacidad a prueba de bombas son las principales virtudes que han impulsado a Curro Gan a realizar algunas de las aventuras más importantes que pueden realizarse. Aunque en el camino se haya dejado varios amigos y algún dedo de la mano, como en el dramático descenso del Shisha Pangma, un ochomil en el que un compañero falleció por agotamiento e hipotermia, y él mismo sufrió congelaciones que le acarrearon amputaciones. Por eso, el otro día pude sonreír mientras le abrazaba. Aquel general aventurero llevaba en sus ojos la experiencia que se extrae de las altas cimas, de los paisajes remotos, de haber oído "chirriar el eje terrestre" y de haberse asomado a los abismos de su propio interior, antes de volver al valle, a la Academia.

Sebastián Álvaro es creador de 'Al Filo de lo Imposible'