¡Y con el chandal con raya!

No es fácil, nada sencillo, casi imposible, que un entrenador que no ha sido futbolista triunfe en la elite. Goyo Manzano lo ha conseguido y se ha ganado el respeto de la gente del fútbol, que suele ser poco o nada respetuosa, hasta desagradable, con los que no han sido jugadores. Son intrusos. Y mucho más uno que de maestro de instituto pasó a ser entrenador de Primera División. Y aguantar diez temporadas consecutivas en la máxima categoría sin parar es también de nota. Y lo que está haciendo en el Mallorca es casi un milagro.

Goyo se ha ganado el respeto del fútbol. No logró triunfar en el Atlético y, visto lo visto, es de lo mejor que ha pasado por ese banquillo en la última década. Pero fue víctima de la exigencia de los rojiblancos que, por entonces, aún no se habían percatado de que su equipo había dejado de ser un grande para convertirse en un histórico. Y también se ha ganado el respeto del Bernabéu. El Mallorca dirigido por él (y por Luis Aragonés) se ha especializado en ganar al Madrid a domicilio en la última década. No es sencillo vencer en el coliseo de La Castellana y Goyo le ha cogido la medida. Se le puede alabar por muchas cosas. Menos porque lleva el chándal planchado con raya.