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Son fruto de la humildad y el trabajo

Son los dos últimos milagros de la extinta cantera vallisoletana. Uno de Peñafiel y el otro de Palencia. Rafa se ha ganado la titularidad en el Getafe de Michel y Asenjo es el indiscutible portero del Atlético de Madrid. Ambos se abrieron camino contra viento y marea. No lo han tenido fácil. Nadie les ha regalado nada. Para llegar hasta donde han llegado, sólo el trabajo, la humildad y, por supuesto, el talento futbolístico sirven como trampolín para conseguirlo y para poder mantenerse. Es bonito ver a dos chavales de nuestra tierra, hechos y criados como deportistas en los Anexos, poder consolidarse como futbolistas de Primera. Pero, a la vez, también es triste.

E llos dos han sido los últimos valores de la desnutrida cantera vallisoletana en conseguir hacerse un hueco entre los grandes. Es triste que no haya habido forma de mantenerlos en el Valladolid. Económicamente no hay manera de competir con casi nadie y es como una regla matemática el que cuando destaque un jugador se acabe marchando. Especialmente doloroso fue el caso de Rafa, al que se marginó en Zorrilla. Pero lo peor es ver como con el paso del tiempo no aparecen otros Rafa o Asenjo por aquí. Ellos son el ejemplo y la excepción de una cantera que no logra producir.