Capello no termina de entender esto

Capello no termina de entender esto

España vuelve a Viena, donde consagró un fútbol diferente, el 'tiquitaca', que la hizo campeona de Europa. Tiene un valor simbólico haber conseguido tal éxito en Viena, ciudad de tradición artística, desde la refinada corte de Francisco José hasta el 'Wunderteam', 'Equipo Maravilla', como se conoció a la Selección de Austria en los primeros años treinta. Un equipo mágico, cuyo principal inspirador era Matthias Sindelar, el 'Mozart del Fútbol'. O el 'Hombre de Papel', por su ligereza. Murió en extrañas circunstancias, cuando el Anchsluss. ¿Suicidio? ¿Crimen? ¿Accidente? Quedó sin aclarar. Y el mito sigue.

El caso es que España vuelve con sus violines, a Viena, a tocar su vals. A jugar su fútbol pausado, razonado, sin tambores ni cornetas, sin cañones ni caballos, más bien hecho de susurros. Supongo que así jugaría el 'Wunderteam', del que a veces he leído que despreciaba demasiado el gol, que jugaba igual que si las porterías estuvieran a los lados del campo, en lugar de en los fondos. Pero no sería así, porque ganaba mucho, como gana mucho España. Desde aquella victoria en Old Trafford, con gol de Iniesta, que para mí marca el inicio de la nueva época, España ha ganado 39 partidos, empatado tres y perdido uno.

Pero Capello le pone faltas. Dice que le gusta más Brasil porque 'defensivamente es más sólido'. Bueno, pues en los mismos últimos 43 partidos a Brasil le han metido 31 goles, lo que representa, sí, gran seguridad, pero a España le han metido sólo 21, o sea, dos por cada tres que encaja Brasil. Capello admira la defensa brasileña porque hay grandotes fuertotes. Aún no sabe que, como descubrió Luis, uno se defiende teniendo la pelota, moviéndola, haciendo que el rival se agote persiguiendo esa sombra burlona que siempre escoge a los mismos. Ese sí que es 'el otro fútbol'. Con ese ganamos la Eurocopa.