Pepu, Juande, Jiménez, Pellegrini...

Pepu, Juande, Jiménez, Pellegrini...

Ayer comió en AS Pepe Sáez, presidente de la Federación Española de Baloncesto. Me consta que no se entendió bien en su día que prescindiera de Pepu Hernández, entrenador del título mundial en Tokio. Prescindió de él un año más tarde, cuando en el Eurobasket jugado en España nos quedamos en la plata. Aquella decisión dejó una herida que sólo se ha cicatrizado ahora, con el oro de Katowice. Ahora ya no hay tantas dudas. Se fue Pepu y hubo una plata olímpica en Pekín, con Aíto García Reneses. Se fue éste y ha habido oro en Katowice, con Scariolo. Los que sí son los mismos son los jugadores. No quiero decir con esto que los entrenadores no sirvan para nada, pero sí que hay que relativizar su papel.

Lo pensaba anoche, cuando el Sevilla ganaba 1-4 en Glasgow, con Jiménez de entrenador. Cuando en su día se fue Juande pareció el fin. Luego, a Juande le ha ido bien, regular, bien y regular otra vez mientras que el Sevilla sigue a lo suyo, manejándose con el mismo buen sentido con que se maneja la Federación de Baloncesto. Ésta tiene los jugadores, el Sevilla los compra, los vende y se los busca, pero en ambos casos hay un orden de trabajo que garantiza éxitos. Con cualquier entrenador sensato.

El entrenador no es un taumaturgo. Un buen entrenador no hace un buen equipo: un buen equipo lo hacen buenos jugadores. Un mal entrenador, sí, se carga un equipo. Y un buen entrenador puede convertirse en uno malo si cree que la gente acude al campo a ver sus ocurrencias. Últimamente me da por temer eso de Pellegrini. Admiré su tarea en el Villarreal, pero ahora le veo como pretendiendo hacer no sé qué cosa de autor, colocando su teoría de reparto de esfuerzos por encima de la sensata idea de que lo primero es encontrar el equipo, el funcionamiento. Y que eso se encuentra con los mejores.