La Selección ya tiene camiseta para el Mundial. Vuelve el rojo. Desaparece la franja azul, el detalle que se hizo como un guiño a Suráfrica en la Confecup. Se quería homenajear al país anfitrión con una alusión a los dos océanos que le rodean, el Índico y el Atlántico. Mucho rollito autóctono. Pero el país que nos mandó para casa fue el de la globalización: Estados Unidos. Total, que la camiseta no cuajó. Hasta hubo quien sostuvo que era gafe. En todo caso la franja azul no pinta nada, la verdad.

Ahora cambiamos. Para mejor, si no fuera por la leyenda que figura en la nueva camiseta: La Furia Roja. ¿De qué?, me pregunto. Esa expresión tan racial nos viene desde 1920, cuando Belauste, que fue junto con Pichichi, la gran estrella del Athletic de principios del siglo pasado, la popularizó en los Juegos de Amberes tras su célebre frase "Sabino, a mí el pelotón que los arrollo". La España de hoy es otra. Y trasmite justo lo contrario: toque, elaboración, tiqui-taca en suma. ¿Qué pensarán los rivales cuando vean a Silva, Iniesta o Xavi con la Furia Roja al cuello? Tampoco imagino a Villa clamándole a Iniesta: "Andrés, a mí el pelotón que los arrollo".