Lo de los 'favores' del Atlético al Madrid quitándole puntos al Barça ha sido frecuente estas temporadas. Es un asunto recurrente entre los atléticos, algunos de los cuales (Manolete, por ejemplo) han llegado a defender que ante el Barça mejor perder para que se chinche el Madrid) y es un tema recurrente también entre los madridistas, muchos de los cuales (Roncero entre ellos) han hecho guasa con estos sucesos, fomentando el círculo de rivalidad. El fútbol es así: un tema de discusión cordial (ellos son amigos de verdad, por encima de la discusión futbolera), que la rivalidad hace más picante. Bueno, pues esta vez me extrañaría mucho que hubiera 'favor'.

Hay una distancia de verdad grande entre este Barça de hoy y el Atlético que le visita, tan alicaído. Una distancia que no cubre ni un milagro. El Atlético ha tenido un mal verano. No ha podido vender y por eso mismo no ha podido comprar más que al portero Sergio Asenjo, buen portero, pero que no estará, por caprichos del villarato. No comprar supone repetir equipo y eso hace que la competencia en el grupo se apague. El equipo se cae porque no hay estímulos nuevos. Es muy difícil agitar el ambiente en un grupo tan falto de novedades.

Además en ese caso siempre hay entre los que siguen unos cuantos que lo hacen con espíritu de 'repetidores'. Los que saben que van a contar poco o nada, los que saben que el entrenador no hubiera querido tenerlos. De esos tiene muchos el Atleti. El Barça, sin embargo, que lo ganó todo menos Eurovisión, ha metido a Ibrahimovic, Chygrynskiy y Maxwell, además de algún canterano nuevo. Cuando Guardiola hablaba de 'feeling' hablaba indirectamente de eso. Ibrahimovic quizá no sea mejor que Etoo, pero refresca el ambiente, mueve el aire, mientras que el Atlético es una habitación cerrada.