Baloncesto: en busca de la unión perdida

Baloncesto: en busca de la unión perdida

Reconozcámoslo: para todos ha sido una mala sorpresa este repentino cambio de nuestra selección de baloncesto, hasta hace poco un equipo ganador, alegre y ejemplar, y ahora un grupo fallón, inseguro y desunido. Cuando fueron para allá ninguno dudábamos de que iban a ganar el oro tras un paseo militar. Quizá era una confianza excesiva, pero tenía su lógica pensar así. De hecho, contaban sus partidos de preparación por palizas. Pero llegan allí, pierden un amistoso y luego dos partidos más, de los cuatro oficiales. Tres derrotas en pocos días. Veníamos de dos por año. O ninguna, hace tres años.

¿Qué ha pasado? Unos me dicen que falta Calderón. Otros, que el grupo no resiste la presión de ganar sí o sí, que ya se notó en el Eurobasket de España. (Los defensores de esa teoría dicen que en Tokio dimos la campanada, libres de presión, y que en los JJ OO teníamos la cobertura de los EE UU). Para algunos, Scariolo no tiene todo el consenso, teoría que avalaría el estallido de Marc Gasol. Un Pau lesionado toda la fase de preparación y un Garbajosa aún lesionado también son algo a tener en cuenta. En fin, un cóctel de cosas al que se suma un efecto frustración, que empieza a su vez a ser un factor más.

Bueno, pero nada se ha roto aún. Ese hábito del baloncesto de hacer competiciones tan dilatadas, con tantas oportunidades para reengancharse a la clasificación, nos viene esta vez a las mil maravillas. Marc dijo algo inoportuno, pero tuvo la nobleza de rectificar de inmediato y yo espero de sus palabras un efecto positivo, un revulsivo, el estímulo para una catarsis necesaria. Seguirá faltando Calderón, la rodilla de Garbajosa seguirá igual, pero el resto está ahí. Si ellos extraen de su fondo los valores necesarios para reconstruir la unidad de propósito, aún están a tiempo. Porque son chicos nobles y juegan muy bien.