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Con el alma rota, pero en pie

Un viento de amor huracanado arrancó del K2 la cordada altoaragonesa, Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Javier Olivar, después de clavar en la cima el banderín de Peña Guara. Se quedaron en la reina de las cumbres el 13 de agosto de 1995. Allí les tenemos, hechos montaña. En Huesca, mientras, danzaban sus amigos de verde y blanco en la fiesta más bonita de todas las fiestas. Otros grandes de la escalada, Lorenzo Ortas y Pepe Garcés, que habían retornado desde la última fase hacia el campamento base, resistieron el ciclón y los 40 bajo cero para seguir la vida hacia arriba.

Otra vez en San Lorenzo se hace piedra y nieve, altura e infinito, un montañero cabal: Óscar Pérez. Sus amigos lo han intentado hasta el límite y un poco más all volvió Sebastián Álvaro al filo de lo imposible para desentrañar el collado de hielo y rescatar a Óscar; renunció al sueño y al descanso Peña Guara toda para alentar el último rescoldo de esperanza; volaron los helicópteros y los esfuerzos hacia la cornisa. Volvió al lugar su camarada, Álvaro Novellón, en el alma la mirada del amigo. Nada. Nada y todo. A la leal fraternidad de la montaña se le añade otro dolor de los que llevan en la mochila: tienen sitio para él, saben que a veces está en su ascensión. No lo ignora el montañismo altoaragonés con el alma rota por la caída de Óscar, pero en pie. Así Novellón, que sentirá desde hoy cada vez que se alce a por una cumbre, el latido vertical de su amigo Óscar. A su lado siempre para que desde los ochomiles siga mirándonos, por ellos alegre, la bandera de Huesca.