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Castillejo es el último de los grandes

Castillejo podría parafrasear a 'El Guerra': "Después de mí, naide". Él ha sido el último mohícano, el último de una estirpe, el heredero por derecho propio de los grandes campeones españoles de todas las épocas. El tiempo ni siquiera perdona a los tipos de su carácter y su fortaleza. Por eso se marcha y se lleva las llaves del boxeo. El ha sido el boxeo en los últimos quince años, los más difíciles, ha sostenido la última llama de este deporte con sus puños poderosos, con su corazón de atleta gigante, con la garra que le ha hecho mantenerse en las batallas más difíciles. Ha peleado en los cuadriláteros de todo el mundo y ha dado la talla frente a los mejores, incluido el grandísimo Óscar de la Hoya. Pero sus hazañas no han tenido la repercusión que hubieran merecido. Javi Castillejo, el Lince de Parla, llegó demasiado tarde, cuando el boxeo estaba en retirada y los boxeadores desaparecidos, escondidos y marginados.

Castillejo no ha podido sacar al boxeo de las catacumbas, porque ya era imposible, pero ha habido veladas, con él de estrella, que nos han devuelto a los viejos tiempos cuando el boxeo era grande y los campeones, ídolos de la sociedad, personajes populares y admirados. Ha sido un peleador tremendo, un tipo excepcional, fuerte por dentro y por fuera, un guerrero poderoso, un deportista entregado en cuerpo y alma a su deporte. Es el último grande, el último campeón de verdad, el final de una especie que se extingue."Después de Javi, naide"