Un año más logrando el objetivo
Desde que llegó hace tres años a Valladolid, se ha convertido en garantía de éxito. Apareció en esta ciudad en plena etapa de depresión tras el sufrimiento que produjo la estancia de Marcos Alonso como entrenador, aquel 'fenómeno', ejemplo de esfuerzo y dedicación a los colores de un club que trajimos tras el despido de Sergio Kresic. Mendilibar llegaba de haber hecho una gran temporada en Eibar y de ser destituido en el Athletic de Bilbao. Los mismo torpes que habían renovado un año antes a Marcos Alonso, se volvieron hábiles con el tiempo para traer a Valladolid al hombre que lograría, por fin, cambiar el destino del club y devolverle a Primera División.
Seguramente, Mendilibar le deberá cosas al club y a esta ciudad. La oportunidad de entrenar y de volver a capitanear un proyecto, la forma en la que se le ha acogido y como aquí se le ha sabido recibir como un vallisoletano más, tal y como él se siente. Pero es el club y la ciudad quien más le deben a Mendilibar. Él fue el causante de aquel año inolvidable en Segunda. El récord histórico de puntos. Un ascenso meteórico y una campaña perfecta en el que no paramos de disfrutar. Después llegó el año de la permanencia. Había que saber sufrir como novato que era el equipo y se obtuvo el puesto 15º en la tabla. Y a la tercera ha llegado la temporada de la tranquilidad, bendita tranquilidad. Falta muy poco, poquísimo para certificar la permanencia y se logrará por tanto la consolidación de un proyecto. Afrontará el año próximo su cuarto proyecto. Con sus particularidades, sus 'cabroncetes' a los periodistas, sus 'mendrugos' y 'membrillos' a los jugadores, con su naturalidad y su nobleza algo tosca, es el entrenador ideal y una suerte para este club.