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El hombre de los 1.700 millones

N adie ha igualado todavía, y se tardará en hacerlo, esa cifra record de 1.700 millones de pesetas por las que el Valladolid traspasó al Betis a Benjamín. Era el año 1998, por lo que la cantidad se puede considerar una barbaridad. Pero, al margen de ese dato por el que a Benjamín habría que hacerle una estatua a la entrada de los Anexos a Zorrilla, el personaje es mucho más y muy distinto a la imagen que de él se hayan podido hacer los que le conocen poco y de lejos.

Benjamín es tal cual parece a través de la radio. Todo naturalidad, no tiene doblez. Siempre muy directo y con las ideas fundamentalmente claras. Apura sus últimas bocanadas como futbolista profesional, pero aún no quiere arrojar la toalla porque su meta es disputar con Guinea la Copa de Africa que en ese país se jugará en el 2012. Y creo que hace bien en tratar de disfrutar de ese privilegio. Será un gran colofón a una carrera profesional y brillante, pero a la que las lesiones pusieron muchas trabas por el camino. Ahora juega en Tercera, con la misma dignidad y entrega como cuando lo hizo en el Betis o en el Valladolid. Confiesa sentirse muy bético, aunque también agradece al Valladolid el trato que le dio y la posibilidad que le brindó de debutar en Primera División. El futuro le va a encaminar, seguro, hacia el fútbol. Quiere sacarse el título de entrenador y tiene buen ojo para distinguir un jugador malo de uno bueno. De momento, su vida es el Palencia.