Derrota con buen sabor de boca
Es un poco la historia de siempre. Ayer salí del Bernabéu con unas sensaciones que ya había tenido más veces. Ver al Valladolid jugar bien hasta la frontal del área del rival, defender con orden y dar una buena sensación de equipo para acabar perdiendo, ha pasado ya muchas veces y supongo que seguirá pasando. Pero es normal. Los millones dan la calidad, y la calidad individual la tiene el Madrid. Por eso ganó ayer. Por el detalle de Higuaín al aprovechar la inocencia de Escudero y Marcos y colarse entre ellos para servir en bandeja el primer gol a Raúl. Por la calidad de Guti, que sacó un pase increíble que permitió desplegar a Robben su enorme velocidad y capacidad para definir. Detalles que hemos visto a lo largo de la historia como los de Ramírez Domínguez perdonándole dos amarillas a Cannavaro antes de terminar por sacársela y sin demostrar agallas para señalar un penalti de Pepe sobre Goitom.
Detalles que también puso sobre el campo el Valladolid. La falta de pegada, tan habitual en los equipos modestos ante los grandes. El excesivo respeto a la hora de clavar el cuchillo al rival cuando le tienes contra las cuerdas. Pero con eso ya contábamos. A pesar de la derrota la imagen fue francamente buena. El Madrid sufrió, la grada se inquietó, la ejemplar afición del Valladolid se ilusionó por momentos. La vuelta a casa es dura con una derrota siempre, pero menos cuando el equipo da la cara y, ganando o perdiendo, está a la altura de las circunstancias.