Cinco presidentes y siete entrenadores

Cinco presidentes y siete entrenadores

Vaya por delante que para mí los dos primeros goles del Liverpool no debieron existir. En el primero hay falta de Torres a Pepe, al que agarra por el hombro y hace caer; en el segundo, el penalti simplemente no es: el balón rebota en el hombro de Heinze. Pero antes y después de eso el Liverpool frió al Madrid, así que no es excusa. Entraron dos que no debieron entrar, dos que sí, y Casillas se quedó con unos cuantos. Casillas hizo un partido enorme y por fas y por nefas se llevó cuatro. El Madrid fue muy poca cosa hasta que, con el tres a cero, se fue Xabi Alonso. Entonces se dejó ver y aún así se comió contraataques.

En la ida y en la vuelta ha sido más el Liverpool, sobre todo en la vuelta. Ni esos dos goles espurios empañan su gran partido, jugado a todo trapo, en un ambiente soberbio, con el triángulo Mascherano-Xabi-Gerrard apoderándose de todo, con un Torres brillantísimo y con Kuyt y Babel magníficos en las bandas. Fútbol hermoso, apasionado, con orden pero sin racanería, ofensivo, urgente. Y bueno, muy bueno. Con el genio y la rabia que hay que poner en casa en esta competición, algo que no puso el Madrid aquí, en el Bernabéu, donde perdió. El Madrid ha perdido dos veces: al ajedrez aquí y al fútbol en Anfield.

Una consideración. Desde que Benítez está en el Liverpool, el Madrid ha tenido cinco presidentes: Florentino, Fernando Martín, Montejano, Calderón y Boluda. Y siete entrenadores: Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster y Juande. Y les hago gracia de la relación de directores generales deportivos, también larga. Ahí está la explicación del 4-0. En fin, Don Vidente Boluda: hace usted bien en recibir ya a las fuerzas que convergerán en la asamblea. Pasó la hora de las fantasías y los pronósticos. Y felicidades al Villarreal, un modelo estable. Y suerte al Barça y al Atlético.