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Victoria balsámica y merecida

Necesitaba el Valladolid ganar un partido como el que se apuntó anoche en Valencia. Hubiera sido demasiado duro de digerir no sumar los tres puntos tras el excelente primer tiempo que realizó el equipo de Mendilibar. Y es que durante los primeros cuarenta y cinco minutos el Valladolid fue dueño y señor del envite. Presionó bien arriba y recuperó el balón con facilidad. Estuvo serio y centrado atrás, sin fisuras. Fue el Valladolid que aparece siempre ante los grandes. El equipo descarado que sale de la caseta convencido de sus posibilidades. Y, además, lo mejor de todo fue ver cómo supo sobreponerse a las consecutivas adversidades que se le presentaron. Primero perdió a Luis Prieto, hombre básico en la defensa. Nano le suplió con acierto. Después se quedó con uno menos por la justa expulsión de Pedro López y recompuso bien la defensa. Para colmo, Iñaki Bea terminó con una ceja abierta que obligó a los médicos a coserle. De todo eso se sobrepuso el Valladolid.

Pero capítulo aparte en esta victoria, se merecen los detalles de experiencia y de saber cerrar el partido que argumentó el equipo blanquivioleta. Enfrente no estaba el mejor Valencia, pero había jugadores de sobra en los de Emery como para poder resolver y dar la vuelta al encuentro al menor descuido. La concentración y la sapiencia para frenar al rival fue decisiva. Veteranos como Víctor o Marcos tiraron de galones y el resto de garra y de coraje para sumar un triunfo balsámico en Mestalla.