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Los cracks estarán en el banquillo

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Hablo de memoria, pero los dos entrenadores que se ven las caras hoy deben ser los mejores del mundo en competiciones de copa. Acuérdense: han ganado la UEFA, copas con el Liverpool y el Sevilla, también con el Tottenham, y cuando no han ganado se han quedado cerca. ¿Qué les une, qué les separa? ¿Dónde está el secreto? Porque si lo hay, parece que ellos lo han encontrado. Cada partido es diferente, pero algunas de las finales en las que han intervenido han creado una serie de situaciones resueltas de un modo fuera de lo ordinario. Para tener la capacidad de ver lo que está ocurriendo desde cierta distancia emocional hay que tener cierta experiencia en el mundo del fútbol, pero también una personalidad muy especial. Y en eso coinciden.

Cuando el Liverpool perdía 3-0 en la final de la Champions de Estambul ante el Milán, Rafa paseó hasta los vestuarios con su ayudante Paco Ayestarán: el análisis fue frío y las consecuencias calculadas. Se dijeron, "hay que rescatar lo psicológico, recordarles que es una final. Luego tapar el espacio que le dejamos a Kaká. Luego esperar un gol pronto. Lo hicimos ante el Olympiacos, puede volver a pasar". Eran de los pocos que pensaban eso. Juande, a los cinco minutos de la final de la Supercopa europea, se dio cuenta de que si le pedía a Renato que se moviera entre líneas ("Nunca he hecho eso, mister", le dijo el jugador) podía hacer daño al Barcelona. Dicho y hecho. Por todo esta sabiduría del banquillo, su encuentro es lo más fascinante de esta semana de fútbol europeo.