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El efecto Abel duró 20 minutos

Abel ya sabe que el Atlético no es el de Huelva, sino este de anoche en el Calderón, otra vez el equipo del desorden y la anarquía. Aquello fue un espejismo. El Atlético de verdad es este que volvió a incurrir en todos los errores que acabaron con el periodo de Aguirre. Lo único que ha cambiado con la llegada de Abel es la actitud, pero a este grupo le sigue faltando fútbol y le sobran errores defensivos. Hay que reconocer, eso sí, que anoche el equipo saltó al campo lleno de buenas intenciones, como si se hubieran aprendido la lección y quisieran cumplir los deseos de Abel: todos juntitos, poca distancia entre las líneas, presión más arriba. Hubo veinte minutos para la esperanza con un Atlético que parecía empeñado en mostrar su nueva cara.

Los buenos propósitos duraron poco. A medida que transcurría el partido al Atlético fue recuperando sus vicios, y otra vez se partió el equipo, y otra vez todo consistía en esperar las genialidades de Kun o Forlán. El Atlético del segundo tiempo volvió a cometer todos los pecados mortales que se sabe. Y hasta Seitaridis y Pablo hicieron un penalti al alimón, olvidando las consignas de Abel. "Un equipo grande no puede hacer tantos penaltis". El Atleti ya lleva nueve, más que nadie en la Liga. Abel tendrá que trabajar duro para corregir tantos despropósitos, él tiene las ideas claras y sabe lo que necesita el equipo. Se vio en el arranque del partido, pero esto no se cambia de la noche a la mañana como pareció en Huelva. Hará falta tiempo y paciencia.