Minimizar todos los riesgos

Minimizar todos los riesgos

El riesgo es inherente a los deportes del motor, al menos en todos aquéllos en los que la velocidad es el factor determinante (es decir, en la mayoría). En el caso del Dakar hay que sumar todos los peligros propios de recorrer algunos de los territorios más inhóspitos del planeta. Por eso la luctuosa lista de fallecidos en este gran raid es demasiado larga desde hace demasiado tiempo (tanto como desde la primera víctima de 1979) y no parece que exista forma alguna de garantizar plenamente la integridad tanto de los pilotos como de los espectadores (muchísimos fallecidos nativos en África), ni siquiera incluso de los organizadores y periodistas. Es, sin duda, un altísimo tributo que la mayoría de los protagonistas parecen dispuestos a pagar por vivir una aventura única.

Pero lo que no me parece asumible es que se produzcan fallos como el que puede haberle costado la vida a Pascal Terry. La tecnología ha supuesto un enorme paso adelante en la seguridad de esta competición y lo que nunca debió ocurrir es que un piloto muera por permanecer perdido tres días en mitad de la nada. El sistema Iritrack se diseñó precisamente para evitar tales situaciones... pero si su efectividad no es absoluta, pues mal asunto. Habrá que esperar para conocer exactamente lo ocurrido y sería muy importante que todo se esclareciera para que los pilotos puedan lanzarse a este desafío con la tranquilidad de saber que nunca se verán completamente desamparados. Porque el riesgo, insisto, siempre existirá, pero hay que tenerlo controlado al máximo.