Y pensar que hace un año no valía
Ese chico morugo, el que no se entrenaba bien (a pesar de que los periodistas no se percataban de ello, porque no saben de fútbol), al que habría que ver cuando se le diera una oportunidad en Primera, al que se le invitó a bajar de peso y que era suplente del suplente de Butelle, es hoy el portero de moda del fútbol español y uno de los más perseguidos por los equipos grandes del fútbol europeo. Han bastado tan sólo seis meses de competición de la pasada temporada para que quedara evidenciado que los que apostaban por su titularidad el pasado año, cuando Butelle era Pavarotti y Alberto no era la solución, no buscaban sus intereses particulares, como desde el club se llegó a decir. Buscaban el bien del club y la aplicación de la justicia. Esos mismos que criticaron que se pidiera a Asenjo cuando no jugaba, deberían dar las gracias a todos los que lo hicieron sin ningún interés personal ni mala intención.
El tiempo coloca a cada uno en su sitio y lo reciente de aquellos hechos hace que a más de uno le salgan los colores cuando se habla de Sergio Asenjo. Es curioso comprobar la cantidad de padres deportivos que ahora le salen al chaval. Ahora resulta que todos confiaban en él, pero ha quedado claro que unos más que otros. A Asenjo se le cuestionó hasta que los desastres de la portería obligaron a ponerle a jugar. El palentino, sólo él, después hizo el resto. Asenjo, que no es tonto, sabe quién apostó por él de verdad y quién se ha subido más tarde al carro.