NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Raúl no se va a rendir nunca jamás

La noche que el Madrid se ahorró ante el BATE la desplegó anoche ante un Sporting que va a pasar un Calvario en este retorno a Primera División, que se demoró diez años, pero que amenaza con ser demasiado fugaz. Los goles que faltaron ante el equipo bielorruso se los llevó el grupo de Preciado, entre ellos tres de Van der Vaart, que cubre perfectamente las ausencias de Guti y Sneijder, y dos de Raúl. Dos del siete en la noche de los siete. Raúl necesita un gol, titulábamos ayer. Marcó dos, el segundo de ellos de cuchara, suerte muy personal suya, que nos hace revivir sus mejores días.

Raúl no se va a rendir nunca jamás. Por eso cuesta tanto dudar de él. Te obliga a esperarle siempre, y no sólo por el respeto que inspiran su trayectoria y su ejemplo moral ("lleva años dignificando la profesión", decía en la víspera Preciado) sino porque siempre vuelve. No fueron sólo sus goles, fue también su suave peinadita de cabeza en el primero, para poner el balón en el empeine de Van der Vaart. Y algunas otras buenas acciones de ataque. Y su permanente brujulear y percutir, su mostrarse y apoyar, su ir y venir. Y los dos goles, claro. Sobre todo el de cuchara, suerte artística, precisa e indefendible.

Una noche feliz para el Madrid, que bien que la necesitaba. Sin mucho enemigo, desde luego, pero sí con muchas ganas, al menos hasta el séptimo. Con mando en plaza para De la Red, con doctorado para Van der Vaart, con más crédito todavía para Higuaín, con reparto de minutos y tareas bien medido por Schuster, pero sobre todo con la felicidad compartida por todos de ver a Raúl todavía en pie, moviéndose, pasando, marcando, celebrando. El madridismo quiere a este hombre, porque representa perfectamente los valores que más se aprecian en la casa. Podemos dudar de él, pero siempre vuelve.