La Selección reemprende su camino: dos años hacia el próximo Mundial, que será en Suráfrica. El primero en aquel continente. España arranca esta fase con otro cartel: campeona de la Eurocopa, número uno en el ránking FIFA, cargada de elogios a su juego y con un equipo joven, todos cuyos nombres deben durar en razonable buen estado de forma al menos esos dos años más. Todo eso empieza esta noche, en Murcia, ante Bosnia. Hay entusiasmo allí, en el epicentro de la emoción del día, pero no tanto según se va alejando uno de aquella ciudad. Estas fases de clasificación siguen sin arrebatar.

Y es porque damos siempre por hecho que nos vamos a clasificar. Y más ahora. De modo que entre fase final y fase final la Selección aparece casi como una distracción que interrumpe la Liga, donde están nuestras pasiones. Y sin embargo hay que recordar que este equipo es una maravilla, que cada vez que juega da gusto verlo, porque ofrece la mejor versión posible del fútbol y además que cada partido puede tener su historia y su emoción. Hay que ganar a Bosnia, y mejor por diferencia de goles. Y lo mismo el miércoles que viene, en Albacete, contra Armenia, en lo que será segundo partido de la serie.

Porque el grupo parece fácil, y lo debería ser para el primero del ránking mundial. Pero está Turquía, que bien nos puede ganar en su campo. Y sólo va uno por grupo, tras el cual queda el incierto camino de una repesca para los mejores segundos. Así que se trata, hasta el partido en Turquía, de hacer granero de puntos y de diferencia de goles, por si las moscas. Y se trata de disfrutar con este equipo del tiqui-taca, del bello juego tejido entre Xavi, Iniesta y demás. Y de compartir con Del Bosque las dudas sobre si haría falta agitar más las alas. Se trata, en fin, de reconocer que este equipo merece atención.