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Pues sí, el fútbol nunca está de más

Confieso que casi me senté a ver el fútbol con pereza. ¡Son tantas las emociones de los Juegos! Casi me parecía irreverente mezclar esa pasión tan cotidiana con las excelencias de los Juegos Olímpicos, esa reunión extraordinaria en la que cada día ocurren nuevas maravillas. Y ayer habían ocurrido. El oro de Nadal, la plata de Deferr, la plata ya cantada de Vivi Ruano y Anabel Medina más la tremenda regata de Iker Martínez y Xabier Fernández, una historia de tormenta, naufragios y valor que acabó aún no sabemos si en oro o en plata, pero que acabó bien. Y la caída de Marta, la valiente Marta...

¿Y ahora fútbol? me preguntaba yo. Pues sí, fútbol. Y no me decepcionó. Fútbol brioso, tremendo, prologado por un homenaje a siete héroes de la Eurocopa, y terminado con cinco goles y los jugadores marchándose cansados, satisfechos por el esfuerzo ofrecido, esperanzados todos en resolver esto a su favor dentro de siete días. Y el público aplaudiéndolo. Y el aficionado futbolero feliz porque lo suyo ha vuelto, lo suyo también cuenta y es compatible con todo lo demás. Lo de anoche no fue el techo del mundo, como lo que hay a cada momento en Pekín, pero fue un estupendo espectáculo deportivo.

Y vale para establecer algunas conclusiones provisionales. Este Valencia es otro, porque tiene el ánimo renovado. Emery ha entrado bien, con Villa, Silva y Mata hay mucho peligro, es bueno ver a Albelda de regreso, pero Hildebrand no inspira seguridad, ése es el talón de Aquiles. Respecto al Madrid, Robinho no se ganó el aumento, Casillas retrasó la victoria valenciana, Van Nistelrooy es la misma fiera de siempre, Van der Vaart descubrió que aquí lo venden tinto y Javier García no es central. Más conclusiones, el domingo que viene, en el Bernabéu, a las diez de la noche. Al final, se dará una copa.