Antes de comenzar la temporada, estaba convencido de que 2008 iba a ser un gran año para el motociclismo español. Me sabía a poco el solitario título de Lorenzo en 250cc del Mundial anterior, después de que se esfumara el de Faubel en 125cc y Pedrosa no pareciese verdaderamente listo para ser campeón de MotoGP. Para esta campaña todos se mostraban como apuestas más sólidas, con una legión de pilotos ambiciosos en la categoría pequeña, Bautista como favorito del cuarto de litro y Dani ante la que podía ser su gran oportunidad. Sin embargo, las expectativas no se están viendo satisfechas, al menos en la medida en que yo confiaba. No es que se trate de un desastre, ni mucho menos, pero a estas alturas de la película pensaba que la situación sería más propicia.

Parece que el título de 125 hay que darlo por perdido (el primer español, Olivé, está a 72 puntos del líder), pero en las otras dos categorías hay que mantener vivas las esperanzas. No será fácil, desde luego, entre otras cosas porque con sólo siete carreras ya por delante queda poco margen para el error. El asunto no está de cara ni para Pedrosa ni para Bautista, pero una de las grandezas de este deporte es que los acontecimientos pueden sufrir un vuelco en forma de caídas, lesiones, averías... o simple mala suerte. Por eso lo importante es que los nuestros cumplan con su parte del trabajo... y esperar a ver qué pasa con los demás.