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Tráfico de deportistas ante los JJ OO

Los países ricos se compran (nos compramos) todo. Ya vimos en la pasada Eurocopa un buen puñado de nacionalizados (hasta siete brasileños hubo) jugando en distintas selecciones, entre ellas la nuestra, en la que la aportación de Senna fue inmensa. Ahora se acercan los JJ OO de Pekín y comprobamos que el fenómeno va a más. España lleva hasta una veintena de deportistas nacionalizados. Ojo: no hablo de casos de deportistas de origen extranjero, pero nacidos o siquiera criados entre nosotros. Hablo de deportistas hechos y derechos nacionalizados de urgencia y 'ex profeso' para aportar medallas.

Es un signo de los tiempos que no me gusta. Sé que es difícil diferenciar entre casos y casos, pero es evidente que hay federaciones que abusan de ello. Cara a Pekín, casi todos nuestros casos están concentrados en el tenis de mesa (vulgo ping-pong) y en el atletismo. Se trata, a mi juicio, pura y simplemente de maquillar (o falsear) el valor real de esos deportes en nuestro país con el auxilio de deportistas de fuera. No me parece que sea correcto, ni que sea esa la misión de una federación deportiva. Lo que estamos haciendo en los casos del ping-pong y el atletismo es hacernos trampas en los solitarios.

Por cierto, estas cosas no siempre salen bien: ya vieron lo de Juanito Muehlegg, que nos estaba dando alegrías y medallas hasta que nos dio un disgusto. Cuando se tira por atajos se puede acabar mal. Y otra cosa: me duele que países ricos arrebaten a los desfavorecidos la inocente alegría de ver a sus campeones luciéndose en los JJ OO bajo su bandera, ganando para ellos. Hay rincones de la tierra torturados por la pobreza que ven cómo sus únicos motivos de satisfacción son comprados, por ejemplo, por Qatar, que recluta a sus héroes y les coloca bajo su bandera. Será inevitable, pero no me gusta.