Gente cuya palabra no tiene valor
Lo que le ha pasado al Valladolid en el tema de Braulio es como para reflexionar sobre muchas cosas en el mundo del fútbol. Un ámbito en el que , al parecer, la palabra dada para algunos individuos no tiene ningún valor. Una pena. Este parece el caso de Braulio, el de sus agentes y el de Miguel Ángel Gil Marín, que han utilizado claramente al Valladolid para encarecer la mercancía al Zaragoza. Al parecer, el jugador nunca se tomó en serio lo de venir a jugar a Zorrilla. Eso sí, sus agentes pactaron con Carlos Suárez las cantidades y años de contrato sellándolo con un apretón de manos y con el consentimiento del jugador. El objetivo no era jugar aquí, el objetivo era utilizar la oferta del Valladolid para que el Zaragoza pagara más. ¡Que asco produce!.
Para algunos, el Valladolid es el tonto de la película. Para otros, la víctima. Yo creo que ni lo uno ni lo otro. Carlos Suárez ha tenido un comportamiento correcto, negociando las condiciones del contrato tanto con los representantes del jugador, con el consentimiento del tal Braulio, como con Gil Marín y el Atlético de Madrid. Los documentos ya estaban redactados, listos y dispuestos para ser firmados. Justo en ese momento, Gil Marín se esconde ayer y por la noche Juanma López, aquel futbolista leñero y ahora representante le llama a Suárez y le dice que el jugador lo ha pensado mejor y que se va al Zaragoza. Esta es la historia. No pasa nada. Fichar a un tipo así no habría sido bueno. Braulio, la palabra de un hombre debe ser sagrada. Quizá para usted no.