El cadismo está viviendo esta temporada en Segunda algo diferente a lo que ha venido sucediendo otros años: luchar por no descender de categoría. Por eso ha cundido el nerviosismo en un amplio sector de la afición amarilla, salpicando incluso a los propios responsables: consejeros, técnicos y jugadores. Durante muchos años en los que el Cádiz militó en Primera División, está situación era el pan de cada día cuando la Liga llegaba a su tramo final. En esos momentos aparecía una conciencia generalizada. Incluso permitía mirar el horizonte con un optimismo que desconcertaba a los rivales que se encontraban en una situación similar a la de los amarillos, aspecto psicológico muy importante, que también permitía estar por encima de los demás.

La actual situación es mucho menos comprometida que aquellas, si bien la dinámica no es buena, hay otros equipos mucho más comprometidos en los puestos de descenso y con calendarios, teóricamente, más difíciles que el del Cádiz. Para mucho de los jugadores de la actual plantilla del Submarino, esta es una situación nueva y extraña, después de las últimas cinco campañas donde el público aplaudió y vitoreó cada acción del equipo. Pero Raúl Procopio nació deportivamente como jugador de la primera plantilla cuando el equipo se debatía y luchaba contra todas las adversidades, encontrando el premio a la constancia y al esfuerzo realizado. Una buena experiencia para transmitir a sus pupilos en un momento mucho menos dramático que aquellos.