Una mayor igualdad es necesaria

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El deporte profesional es el mejor ejemplo de la sana competitividad. Ninguna otra actividad ejemplifica mejor la necesidad del ser humano de medirse con su semejante, sea éste el vecino de al lado o alguien llegado del otro lado del charco. Y los deportes crecen en paralelo a las proezas de los deportistas y a la alternativa en el triunfo. Cuando un elegido conquista la cima de un deporte arrastra a los admirados aficionados, pero cuando éste se eterniza en la cúspide de la pirámide, la gente acaba desconectándose del mismo.
De eso adolece el pádel en la actualidad. Juan Martín Díaz y Fernando Belasteguín llevan ganándolo todo desde hace ya tres temporadas. En 2007 sólo Reca y Auguste, por partida doble, y Gutiérrez y Nerone, lograron arrebatarles algún torneo. Una cifra muy baja para suscitar el interés del aficionado. El circuito profesional necesita de un Rafa Nadal para poner en apuros a los Roger Federer de la pala. La espectacularidad del juego impresiona mucho de por sí al que acude por primera vez a un partido. Pero también es necesario y deseable que no siempre ganen los mismos.



