La Selección afronta otro gran compromiso con la misma ilusión de siempre, pero en unas condiciones en mi opinión mucho mejores que en ocasiones precedentes. Es un hecho que España ha cambiado dentro del campo. Hemos pasado de La Furia Roja al Tiqui-Taca. Hemos pasado de jugar con los tres centrales de Javi Clemente (más Nadal cuando hacía falta) a hacerlo con Cesc, Xavi e Iniesta. Y así, España lleva sin perder desde octubre de 2006, que se dice pronto. Cuando Luis se ha ceñido al trabajo de campo, la cosa ha funcionado. Aragonés ha tenido más problemas por las formas que por el fondo. Eso no es de sabios.

Pero lo que España tiene que aprovechar es el cambio de mentalidad que aportan los jugadores exportados a la Premier. Allí no sólo han aprendido a no tirarse en el área ni a protestar a los árbitros, sino a cumplir una serie de normas llamadas de club cuyos beneficios vemos y admiramos en la entrega de Fábregas, Xabi Alonso, Torres y demás. Es indudable que han mejorado. Si contagian a la Selección de ese ánimo, alegría y unidad, benditos sean. Porque en los últimos años eso es lo que le ha faltado a España para triunfar.