NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Cómo debe ser la camiseta

Como todavía no conocemos la camiseta del año venidero pero sí que el club ha renovado con Nike, buen socio, ya podemos dirigirnos a los dos para evitar un duelo en el puente cuando nos la enseñen. A un lado los que la idean y la hacen; al otro quienes la aman y la compran. La camiseta del Atlético de Madrid es su bandera hecha blusa, aceptando este principio es fácil pasar el puente juntos en lugar de disputarlo, lo que además de un espectáculo del peor género sería una falta de inteligencia digna de estudio: la prosperidad del negocio depende de los aficionados y hay que complacerles, no desafiarles. En la lealtad al origen tampoco hay que ponerse estupendos. Aunque no me importaría ir tan lejos, admito que no es menester repetir el modelo que trajo Elorduy de Southampton, las primeras rayas rojas y blancas que arrinconaron para siempre el blanquiazul de las dos mitades. Vale con que se asemejen a la maravillosa del doblete, que a su aire es el remedo de la que llevaba Adelardo cuando una y otra vez alzaba copas para regocijo de la hinchada. Tampoco ha de desconocerse la complicación que tiene para un diseñador ajustarse a normas rígidas, pero colores ¡eso faltaría! y ancho de franja debieran ser inamovibles en las equipaciones atléticas. A partir de ahí, olé la imaginación: desde el amor a la Historia hemos visto camisetas preciosas de la firma americana para los clubes más grandes del mundo. Como el Aleti, que ese anagrama sólo lo cosen a la ropa de los gigantes.

Otro aspecto debiera contemplarse: la relación camiseta-éxito. ¿Hay gafes? No lo sé, pero lo temo. ¿Cosas gafes? Puede ser, puede ser. Con un espanto de zamarra, heterodoxa y lejana, nos fuimos a segunda; no tienten a los hados más siniestros que con un descenso tuvimos suficiente: sólo se lo deseo a mi peor enemigo. Eso sí, de todo corazón.