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Guti, antepenúltimo problema para Luis

Guti juega bien, caramba. Mira que juega bien. Es verdad que muchas veces te hace rebullirte en el asiento, maldecir su pasividad, preguntarte qué mal duende parasita su talento y le lleva hacia el lado oscuro. Muchas veces le hemos visto equivocarse, por omisión o por acción. Ausentarse del partido, ofrecer un aire neutro y pasota, o bien arrebatarse, ofuscarse y acabar expulsado, víctima de un extravío insensato. Pero también muchas otras veces le hemos visto centrado, metido, controlando el movimiento del balón, la pierna agresiva del rival y la arrancada del compañero. Y metiendo el pase.

Esos días buenos Guti no tiene igual. Uno de esos días fue el domingo, y ayer no se hablaba de otra cosa en Madrid, fueras donde fueras. "¿Por qué no va Guti a la Selección?" Yo lo razoné un montón de veces: porque hay muy buenos jugadores en su función, porque Guti es irregular, porque Luis, como sus predecesores, prefiere gente que siempre dé entre el siete y el nueve, mejor que gente que dé entre el tres y el diez. Vale, me decían, pero si no está entre los once primeros, ¿no puede estar entre los veintidós, y salir cuando el partido está atascado? Y ahí es cuando me dejaban sin argumentos.

Es un buen jugador Guti. Extraordinario. También extraordinario en su irregularidad. Demasiados técnicos han prescindido de él como para no encontrarle en gran parte culpable de su propio retraso. Ha jugado siempre a rebelde sin causa y por eso el Madrid ha ganado tres Champions sin que él, presente en la plantilla, jugara ni un minuto de ninguna de esas finales. Pero pasados los treinta está en mejor condición que nunca para ofrecer un fútbol diferente y necesario. Luis lo tiene ahí. Lo malo es que aún tiene mal digerida la empanada Raúl y ahora le viene ésta, que amenaza con reventar sus tragaderas.