Fútbol de Brasil: el éxito del mestizaje

Fútbol de Brasil: el éxito del mestizaje

Aquí lo ven: Brasil inunda los mercados futbolísticos. Hasta 1086 jugadores exportó el año pasado, más que el anterior, que a su vez fue más que el anterior y así siguiendo. Según caen fronteras, circulan goles por los satélites y llueven en cualquier parte, más interés hay por comprar jugadores brasileños. Por aquí vienen los mejores, pero Brasil no sólo vende a los mejores, sino a los que vienen después, y a los siguientes... Unos van a la Europa más del Este, otros a Asia, bastantes a Suramérica. Van a cualquier lado. En la Champions son la nacionalidad dominante, por encima de cualquier país europeo.

Y yo me alegro. Con los futbolistas brasileños circula la alegría por todas partes. Allí juegan endemoniadamente bien. ¿Por qué? Puede ser porque juegan mucho, porque son muchos, porque el clima permite muchas horas al aire libre y, finalmente, por la riqueza que produce todo mestizaje. Brasil es una rica mezcla de razas que va a más. Cuando yo era chaval Brasil presentaba un equipo mitad y mitad de negros muy negros y rubios muy rubios, todos ellos muy requetebuenos. Ahora nos llegan mulatos, mestizos, zámbigos, cambaigos... Todos con lo mejor de cada rama de procedencia.

Y hay una alta escuela. Allí se valora el fútbol, considerado como el signo de orgullo nacional. A Brasil le gusta sentirse especial en los mundiales (lo es por derecho propio) y hasta en los JJ OO. Es frecuente que el equipo viaje antes para algún amistoso a la sede que va a ocupar, establece lazos, programa un modelo de propaganda que luego le hace ser querido y seguido allá donde juega. Brasil sabe lo que tiene, lo alimenta y lo cuida, lo prestigia, y por eso lo puede luego exportar y convertirlo en una verdadera riqueza capaz de pesar en la balanza de pagos. Y donde van llevan la alegría. Bienvenidos sean.