La Copa está justo en la mitad del río

Noche de Copa hoy, como fue la de ayer, con la primera víctima ilustre. A caballo entre la primera y la segunda vueltas de la Liga, cuando cada cual echa sus cuentas, llega este compromiso que, bien se ve por las alineaciones, tiene a casi todos indecisos. Ya no es gran mayoría de suplentes, como en dieciseisavos. Pero tampoco son los titulares. Aunque en muchos casos sí más que en el partido de ida. Todo el mundo está un poco en el mismo problema: ¿cuánto invertir en la Copa? ¿Hasta qué punto abandonarla? ¿Hasta qué punto reservar todo lo mejor para la Liga y descuidar esto?

La Copa parece poco, pero en su día es mucho. Ganar la Copa colma a todas las aficiones salvo, quizá, a las del Madrid y el Barça, a las que al menos sí puede servir de gran consuelo si no hay otro título. Y, quieras que no, la gente del fútbol, la del fútbol-fútbol, valora esa modalidad que propone, la del fútbol sin calculadora, la del fútbol en el que tras un gol están el todo o la nada. Cada gol tiene el valor de diamante, no el de grano que hace granero, como en la Liga. Ese fútbol no puede despreciarse. Sólo que la Copa nos la presentan, por inconsciencia, como una cosa menor, guadianesca, de entreactos.

Me llama la atención el caso de los dos equipos madrileños. Los atléticos ya ven como una temporada redonda un tercer o cuarto puesto en la Liga (Champions) que se ve muy posible, y el título de Copa. Sería bordarlo. Así que hay que apretar en Valladolid, pero ¿y cómo no ahorrar para el derbi? Y el Madrid lleva quince años sin ganar la Copa, la extraña, tiene siete puntos de ventaja en la Liga, pero, de nuevo: ¿cómo no ahorrar para el derbi? ¿Cómo arriesgarse a ver al Barça a cuatro puntos? En fin, estamos a mitad del río, donde tan difícil es regresar a la orilla como apretar y seguir. Así que yo aconsejo apretar y seguir.