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La Copa sobrevive a pesar de todo

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A pesar del calendario semiclandestino y de la insistencia de los entrenadores en alinear suplentes en masa, la Copa sigue salpicando sus noches con emociones sin igual. Su fútbol es otro, es distinto, es más emocionante, y encuentro absurdo que encerremos esta bonita modalidad de competición en los rincones más lúgubres del calendario. La Copa sobrevive porque su fórmula produce escenas tremendas, como la de anoche en Sevilla, donde el Denia tuvo al campeón contra las cuerdas hasta las últimas instancias del partido, cuando llegaron de sopetón los dos goles sevillistas.

Sin tanto drama, el Madrid también pasó miedo en el Bernabéu, donde resolvió en el 93' con una perla de Guti. Gran gol de Guti, por cierto. Gran partido de Guti. Activo, inteligente, comprometido, mandón. Se las tuvo hasta con Robben, que le pedía la pelota al pie, y tuvo que entrar por el aro y perseguir un largo y preciso lanzamiento del canterano. Partido aseado del Madrid, con menos precisión de la deseada en el remate, eso sí. Y ante un buen portero como el del Alicante, Ricardo, hace falta precisar más. En ese sentido, Soldado e Higuaín desperdiciaron la oportunidad. Y escasean en este Madrid.

Los que no la desperdiciaron fueron, sobre todo, Balboa y Guti. Balboa le dio desde la otra banda una lección de actividad e interés a Robben, ese buen jugador que no termina de aparecer y que ayer se tapó con la magnífica volea del primer gol. Y Guti lo hizo todo y la noche le premió con un gol de los que quedan. Porque hacía falta, porque la prórroga sonaba mal (un gol del Alicante obligaría a dos del Madrid) y porque fue una obra de arte. Un toque justo, con efecto que burló al portero. ¡Ay, Guti, Guti...! ¡Qué gran jugador se va consumiendo por alimentar esa estéril leyenda de malditismo...!