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Baptista, la Bestia, y Guti, el Genio

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"He luchado mucho para llegar aquí", contaba Baptista en el AS de ayer. Y es verdad. Schuster no vio con ningún entusiasmo su permanencia en la plantilla. Hubiera preferido que se marchara, en cuyo caso se hubiese quedado De la Red. Y el club intentó colocarlo, porque ese era el criterio de Schuster y porque, junto con Cicinho, era el único jugador que podía dejar dinero con un buen traspaso. Y frente a un gasto de cien millones, convenía hacer caja, en lo posible. Y hubo ofertas. Pero Baptista se negó. Se sentía capaz de ser titular en el Madrid, se propuso demostrarlo y le está saliendo bien.

La temporada es larga, pensaría, y la historia está llena de casos así, de jugadores que han convencido sobre la marcha al entrenador que desconfiaba de ellos. Claro, que tiene que aparecer la oportunidad. A Baptista, esa oportunidad que ha merecido por su constancia y su trabajo tanto como por sus condiciones, se la ha ofrecido Guti. No tanto por la expulsión en Murcia (su octava expulsión) como por lo que vino después: gastroenteritis, actitud pasota en la segunda mitad contra el Lazio... Mientras Baptista apretaba, Guti actuaba como si hubiera dejado el puesto en préstamo. Y no, no es así.

El puesto se pelea en los entrenamientos y se defiende en los partidos. En todos los entrenamientos y en todos los partidos. El equipo del fútbol del Madrid es la élite, juegan once y en la plantilla hay exactamente veinticinco, así que conviene entrenar muy duro, no exponerse a gastroenteritis, descansar bien y jugar cada minuto de cada partido como si fuera lo último que se va a hacer en la vida. Contemplarse, compadecerse y despecharse no es inteligente. Porque por bueno que seas llega uno que te quita. Y el equipo sigue ganando sin tí y, entonces, ¿qué? El deporte está lleno de enseñanzas edificantes.