Siete puntos, una distancia bestial

Siete puntos, una distancia bestial

"Si gana el Madrid, ¿titularéis otra vez cambio de ciclo?" Eso me comentaba en la comida del Madrid un personaje del club, escocido aún por aquella portada 'Cambio de Ciclo' en la que tras un 3-0 en el Camp Nou anunciábamos el fin del imperio galáctico y la llegada del gran Barça. No, no titulamos así pero bien podríamos, porque a eso huele. La diferencia es que el Barça contiene mucho talento joven y que una rectificación enérgica podría mejorarle. Pero mientras lo hace o no, se ve a siete puntos del Madrid antes de cerrar la primera vuelta. Y con mucho que pensar en vacaciones.

Porque el partido, tanto como el resultado, demuestra que el Madrid tiene un camino y el Barça, no. En cierto modo, la situación puede reflejarse en Pepe y Ronaldinho, para mí las caras del partido. Pepe no tanto por su enorme partido (que habrá despejado dudas definitivamente, creo) y Ronaldinho por su presencia debatida e inútil, reflejo de las dudas interiores del club. Pepe es un jornalero de la gloria, un defensa de atención, físico, colocación y cero despistes, que ha elevado incluso a Cannavaro. Ronaldinho es el mejor jugador del mundo, pero también el peor deportista de Barcelona y su entorno.

Este Madrid sin tanto encanto o inspiración como muchos querríamos tiene una solidez envidiable y un espíritu que recuerda lo mejor de su historia. Un espíritu que no es sino el cumplimiento decente del contrato con la afición que paga, se ilusiona, se emociona y espera ser correspondida. Con partidos como el de ayer. Partidos que colman al aficionado y que van construyendo la imagen de un nuevo equipo, labrado desde el hambre, desde la humildad, desde la solidaridad. Con clase también, por supuesto. Pero sin sitio para la indolencia ni el capricho. ¿Cambio de ciclo? Creo que sí.