Ronaldinho y Guti dan miedo al rival

El fútbol es el único espectáculo en el que sacas la entrada y no sabes lo que vas a ver. Y no me refiero sólo a cómo puede salir el partido (los partidos son como los melones, hasta que no los catas...) sino a la mismísima alineación. Ahora estamos en vísperas del clásico, para el que se esperan 100.000 asistentes en directo, medio millón de pinchazos en pay per view y 20 millones de euros en apuestas y, a dos días vista, no sabemos cuando escribo esto cuál va a ser la alineación de los equipos. Sobre todo no sabemos si van a jugar Ronaldinho o Guti, comparables en buen grado, salvadas las distancias.

Son dos tipos inconstantes y disolutos, pero geniales. Entre otras cosas, hoy les une la evidencia de que el rival les tiene más miedo que devoción sus partidarios. Lo noté anteayer en la comida de Navidad del Madrid: cualquier personaje del club con el que hablara, me venía a decir que mejor si al final no juega Ronaldinho. Lo comenté ayer con Guasch y me dijo que en Barcelona es lo mismo, pero al revés: allí preocupa si sale o no sale Guti, y ver al Madrid comparecer sin él supondría un alivio. Así piensan las aficiones. Pero, mientras, Ronaldinho desespera a Rijkaard y Guti se tuerce un tobillo.

Siempre he pensado que la dimensión de los jugadores se mide más por el temor que provocan en la afición rival que por la confianza que generan en la propia. (Menos los porteros, en cuyo caso es al revés). Y me lo ratifica lo que ocurre en estas vísperas con esos dos genios, uno un genio abandonado, el otro un genio ácrata. Se acerca el clásico, se duda de si juegan y en el fondo todos pensamos que sin ellos falta algo. O mucho. "Hay que enseñar al enemigo lo que el enemigo teme", predican los manuales de guerra. A estos dos los teme el enemigo. Pero los entrenadores dudan. Y es que los dos son de aúpa.