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Robinho empieza a ser el crack esperado

Siete goles en el Bernabéu, casi todos buenos. Y pudo ganar cualquiera. De hecho, el segundo gol de Robinho es en fuera de juego que se le escapó al árbitro, y Nunes estampó en el larguero un remate clarísimo, en uno de tantos despistes de la defensa del Madrid. El Mallorca salió a jugar y jugó, y bien pudo llevarse uno o tres puntos. El Madrid salió a jugar y jugó, la moneda le cayó de cara y ganó los tres puntos. El público y los resúmenes de las televisiones agradecerán esta actitud de los dos equipos, que consumieron los noventa minutos en un toma y daca frenético, con ocasiones en ambas puertas.

La diferencia, más allá del error de Fernández Borbalán en el segundo gol (las manos de Heinze en el área me parecieron involuntarias) la estableció Robinho, incontrolable. Otra vez, esta sí, el jugador que apareció en Cádiz, el atacante encarador e incontrolable, que se va con un ojo en la portería y otro en el compañero desmarcado. Marcó dos y dio uno, pero sobre todo fue un puñal en el costado derecho del Mallorca. Un jugador así debe resolver partidos con frecuencia. Empieza a hacerlo. Empieza a ser crack. Y con él, todo el Madrid sube un escalón, porque las cosas que él hace nadie puede desactivarlas.

El que no ha vuelto a ser el mismo es Sneijder. Esa es la pieza que aún no funciona. Mientras Gago se ha asentado como titular con gran protagonismo, el holandés se ha convertido en un suplente de Guti, con visible merma para el equipo cuando le toca salir. Pero es un gran jugador, su calidad está ahí, y quizá todo consista en que elimine un punto de precipitación en su juego y combine más. De eso debería preocuparse Schuster, en lugar de pelearse con las moscas. Resulta un sarcasmo que ayer le hiciera una escena a Fernández Borbalán. Y muy bien Manzano en su lamento contra este: correcto pero firme.