Da coraje ver lo que se hace con Cesc cuando va con la Selección. Se ha oído decir, en el seno de la Federación, que en España hay docenas de cesc, que destaca porque juega en una Liga donde sólo él la toca. Y como se siente un actor secundario, se le suele torcer el gesto al del Arsenal mientras ve un partido de la Roja desde el banquillo. Cesc va creando una red de pequeñas venganzas que seguramente le quitan el escozor a corto plazo. Si toca jugar en el Bernabéu, pide la pelota más que nunca, si recibe al Sevilla en casa, cancela cualquier cita que le aleje del sofá en los días previos al encuentro. Tiene que estar bien descansado porque sabe que se la va a mirar con lupa, porque quiere que se le mire con lupa.

Y lo que se vio ayer fue un mediocentro muy español con una cualidad muy inglesa: el gol. Si se le da el tanto, lleva seis en ocho partidos y la mayoría , como anoche, conseguidos desde fuera del área. Ese detalle tan poco nuestro. Y aún más, ¿le vieron abroncando a Adebayor por no devolverle el balón y a éste pidiendo disculpas? ¿Y a Rosicky acercársele para consultarle algo táctico? Si la Roja busca un líder, ganador, lo tiene de suplente.